JUCIOS SOBRE TEILHARD DE CHARDIN


Teilhard de CH, su pensamiento y la filosofía escolástica, según Jean Danielou

(Traído por N.M.Wildiers, doctor en Teología y prologuista del libro de Teilhard LA ENERGÍA HUMANA, Taurus, Madrid, 1963,  p 16)

Se plantea así el problema general de la relación del pensamiento teilhardiano con la filosofía escolástica. Aunque elaboradas bajo el ángulo fenomenológico, sus consideraciones desembocan, a fin de cuentas, a una metafísica. Lo inverso sería por otra parte completamente inimaginable. Su análisis del fenómeno cósmico nos lleva al umbral del pensamiento filosófico, arroja una nueva claridad sobre problemas antiguos y nos deja ver incluso en qué dirección debería ser conducido posteriormente este pensamiento filosófico. Recientemente Jean Danielou s.j. lo ha subrayado de manera patente: Se tiene la impresión de que redescubre la metafísica, como han podido descubrirla los presocráticos. Construye una metafísica en el prolongamiento de la ciencia de su tiempo.

Es precisamente remontándose hasta las fuentes vivas de una metafísica verdadera, es decir, hasta el reconocimiento íntegro de la realidad, tal como la ha hecho aparecer la experiencia científica, como ha abierto el camino a una reflexión filosófica renovada. En esto exactamente discierne el P. Danielou uno de los méritos muy particulares de Teilhard de Chardin. Cierto que éste no siempre se encontraba muy a gusto en los cuadros de la escolástica tradicional:
«Por su parte indudablemente se sentía molesto en ella. Su pensamiento no se expresa a ningún grado a través de las categorías escolásticas de acto y potencia, materia y forma, sustancia y accidente. Precisamente Teilhard ha querido partir de cero; es decir, tomar su punto de apoyo en el contacto con el estado de la ciencia de su tiempo. Pertenece a la época en que la física nuclear ha revolucionado la concepción de la materia, mostrando que materia y energía eran reversibles y por tanto que la materia podía ser considerada como un campo de fuerzas energéticas. Pertenece a una época en que la evolución biológica se ha mostrado como la explicación más plausible de un conjunto de datos de los que constituía la ley de inteligibilidad. El lenguaje que habla es el de la ciencia y este lenguaje es diferente al de la la escolástica tradicional».

¿En qué consiste, pues, la significación filosófica de Teilhard de Chardin? Precisamente en que universaliza el lenguaje de las ciencias y lo extiende a la totalidad de la existencia:

Traspone las categorías científicas en categorías metafísicas (...) Su pensamiento puede ser interpretado en el sentido de que, en niveles de existencia diferentes, encontramos analogías que expresan un cierto parecido. Teilhard de Chardin extrae así leyes generales de la vida, Ley de Complejificación, Ley de Evolución, Ley de Personificación, Ley De Socialización. Estas leyes se verifican en todos los niveles. Permiten, pues, pensar la totalidad, establecer ligazones. La metafísica es precisamente esto. No hay metafísica sin analogía. Pero el pensamiento moderno desprecia, con demasiada frecuencia el valor gnoseológico de la analogía”.


Así considerada la obra de T. de Ch. reviste, en efecto, una significación filosófica excepcional. Pero al mismo tiempo se manifiesta cómo la sucesión de sus ideas está ligada de manera eminente a la filosofía aristotélica y tomista:
 
«Aquí hay igualmente en el origen un análisis físico y biológico y es en la prolongación de este análisis en el que están concebidas analógicamente las realidades metafísicas. Teilhard de Ch. nos parece así volver a encontrar la actitud profunda de la filosofía tradicional de la Iglesia, pero despojándola -podríamos decir- de un lenguaje que era solidario de una ciencia periclitada para inventarla un lenguaje nuevo, expresión de la ciencia actual. Pero si ha podido hacer esta operación es porque T. de Ch. había heredado de la filosofía escolástica, porque había conservado lo esencial. Es esto lo que le ha preservado del materialismo, del panteísmo y del evolucionismo. Es por esto por lo que las categorías de persona, de creación, de Dios, son constitutivas de su pensamiento. Pero no ha retenido de la escolástica más que sus categorías fundamentales y las ha interpretado a partir del hecho científico de su tiempo».
 
Si hemos querido citar estas líneas íntegramente es porque demuestran de forma eminente el alcance filosófico de la obra de Teilhard de Ch. y porque nos preservan al mismo tiempo de un juicio demasiado prematuro sobre el carácter admisible o no de sus concepciones, al mismo tiempo que manifiestan con claridad cómo en un plano superior ha permanecido fiel al espíritu del modo de pensar escolástico-aristotélico, una fidelidad infinitamente más real que la que se traduce por la simple repetición de las fórmulas tradicionales. No es su menor mérito el haber restablecido así los lazos entre la metafísica y las ciencias, una relación que se ha perdido de vista con demasiada facilidad.

Enero de 2007
                                                                                                              

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