(domingo, 13/mayo/2007)
JAN
Haciendo
alarde de un recurso literario, Velasco Ibarra se preguntaba en un artículo que
publicó en el diario El Comercio cuando yo estudiaba en la universidad: « ¿La mujer...sirve para algo? » Yo me
contesto ahora: la mujer... nada menos que es capaz de convertir la vida de
cualquier hombre en un paraíso en la tierra o ... en un valle de lágrimas.
Lleva en su recóndita esencia un ángel bueno y un demonio implacable.
Pienso
que sólo cuando actúa como madre se libera su ángel bueno, y su vuelo celestial
desciende en forma de bálsamo para curar las heridas del camino; en forma de
niño puro para limpiar la sordidez de la existencia humana; de fuente clara
para saciar la sed del viandante del desierto; de aguerrida leona para luchar
contra los depredadores de sus cachorros o, en una palabra, en forma de Ángel
Bueno con poder de convertir la hiel de los corazones en panal de miel.
Hoy
se celebra en todo el mundo el día de la madre. La sociedad globalizada ha
creído necesario establecer este día especial, a manera de monumento
internacional, para perennizar un homenaje al amor (esa energía formidable que
producen las madres, bajo la forma de entrañable emoción uterina). Cada madre,
todas las madres contribuyen con su parcela de amor, para formar en el mundo
una gran reserva de energía salvífica, indispensable para redimir al hombre.
¡Tal es el poder de la mujer convertida en madre!
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